Ningún precio es abusivo en cuanto haya alguien que quiera pagar por ello.
La compañía que fabrica los alineadores americanos Align Technology, tenía la patente blindada de los movimientos de ortodoncia en 3D desde 1997 hasta el año 2017. Por ese motivo, han dispuesto el precio que querían en el mercado de la ortodoncia dental al ser los únicos que lo realizaban. Ahora que ha sido liberada la patente de Invisalign, han surgido muchos softwares que intentan imitarla en su modelo de negocio.
Para saber un poco mas sobre el tema, la compañía afirma que tiene un beneficio del 70% de cada tratamiento que vende a las clínicas dentales. Sabemos que pide por un tratamiento de ortodoncia con alineadores aproximadamente 1900 € en España. Si obtienen esos beneficios se supone que invierten unos 500 y pico € en materiales, marketing, clinkchecks, empaquetados, salarios, etc. Con ese margen todavía pueden ser competitivos aunque su tendencia es subirlos y no a bajarlos como sería de esperar.
Las clínicas dentales cobran 4.500 € solamente por expender el tratamiento de alineadores que compran a los americanos. Una vez que reciben la caja con todos los alineadores se la dan al paciente para que se los coloque y lo van controlando cada mes o dos meses.
Sabiendo los precios de los alineadores americanos, el beneficio para las clínicas dentales es de más del 50 % con todo pagado salvo poner los ataches. Para ello se les da una plantilla donde se posicionarán siguiendo las indicaciones de la compañía americana
Lo que considero abusivo es que en numerosas ocasiones las clínicas dentales se limitan a ser expendedurías de la compañía americana. Se debe a que no participan del tratamiento del paciente prácticamente nada salvo para cobrar y decidir qué casos necesitan refinamientos y a veces ni eso.
Si las clínicas dentales se decidieran a diseñar los protocolos de los tratamientos de ortodoncia, sus casos subirían espectacularmente. Podían eliminar al distribuidor americano, siendo mucho más competitivas con unos precios a medida de los pacientes.
Además, se sentirían mucho más satisfechas a nivel profesional, ya que de ser unas expendedurías se transformarían en verdaderos diseñadores y fabricantes de sonrisa, como muchas clínicas esgrimen en su publicidad.
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