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Fragmentos de un futuro perdido

Foto del escritor: Gilberto SalasGilberto Salas

Actualizado: 28 ene



   1


En Noxara vivían 100 millones de habitantes. Los edificios eran extremadamente altos, densamente agrupados con callejuelas estrechas. Estaban equipados con pantallas holográficas gigantes, que proyectaban anuncios dinámicos con luces de neón en colores brillantes de azul eléctrico, púrpura y verde.


La arquitectura combinaba lo moderno con lo decadente, con estructuras adaptadas entre sí y tecnología futurista. Cada rincón de la ciudad estaba cubierto de dispositivos tecnológicos. Había numerosas pantallas flotantes con terminales holográficos para la información, con sistemas de reconocimiento facial integrados en cada esquina.


Las luces de la ciudad estaban encendidas todo el día, debido a la oscuridad que se producía por la densidad de los rascacielos y a la perenne contaminación. El clima era de una constante lluvia ligera con charcos brillantes en el suelo, donde se reflejaban las luces de neón. El cielo estaba cubierto de nubes, devolvíendo la luz de la ciudad, con un tono blanco brillante.


La mezcla de culturas se expresaba en los letreros de diferentes idiomas y los estilos arquitectónicos. Las tradiciones antiguas y los avances tecnológicos convivían en una interacción única. Las mejoras cibernéticas como las prótesis robóticas, los chips de memoria, los ojos cibernéticos y los asistentes de inteligencia artificial integrados en el cuerpo, se habían convertido en elementos de uso muy comunes. En los callejones oscuros del Mercado Fantasma, se comerciaban productos del mercado negro como tecnología avanzada, chips de memoria y softwares prohibidos


La ciudad se dividía en varias zonas. El Interdistrito, con fábricas robotizadas y de almacenamiento energético, donde se generaban los productos mas avanzados tecnológicamente. El personal de servicio se instalaba en viviendas completamente automatizadas y monitorizadas por los sistemas corporativos. Los Altos, formados por rascacielos repletos de apartamentos de lujo, que eran habitados por el Consejo Tecnocrático y los CEOs de las Megacorporaciones. La Zona Gris, un espacio marginal donde prosperaban los mercados negros y las comunidades clandestinas, desconectadas de los privilegios y la vigilancia de los niveles superiores. Allí estaba el Mercado Fantasma.


El Consejo Tecnocrático estaba controlado por las grandes corporaciones tecnológicas que monopolizaban los recursos y servicios. Drones y cámaras monitorizaban la actividad de los ciudadanos constantemente, con sistemas de reconocimiento facial y análisis de datos en tiempo real. Las fuerzas de seguridad equipadas con exoesqueletos y armas avanzadas, montaban en vehículos especializados y respondían a los eventuales conflictos que pudieran suceder.


 Las Megacorporaciones dominaban los negocios llamados legales, mientras que el Mercado Fantasma y los mercados negros eran los lugares de intercambio para productos y servicios fuera del control corporativo.


              




                                             2


 En la vieja pantalla del ordenador de Kyle parpadeaba el logo de CipherCorp, una de las Megacorporaciones del Consejo Tecnocrático. No era la primera vez que trabajaban juntos. Sabían que Kyle no hacía preguntas y no dejaba rastros:


—Tenemos un problema con un activo digital no identificado, dijo la voz al otro lado de la línea.


—Está interfiriendo en sectores clave. Queremos que descubras qué es, quién lo controla y cómo detenerlo.


A Kyle no le apasionaba la idea de volver a trabajar con una Megacorporación, pero en su condición actual no estaba para desechar ningún encargo. Aun así, había algo extraño en el asunto que le preocupaba. Había leído en la red oscura algunos problemas que estaban sucediendo de un modo inusual. El patrón era constante pero los detalles eran escasos. Consistía en unas desconexiones inexplicables con datos borrados y de sistemas que parecían reconfigurarse solos.


Kyle empezó la investigación dirigiéndose al Mercado Fantasma en la Zona Gris donde cobraba vida nocturna. Oculto entre callejones estrechos, bajo la luz decadente de neones azul eléctrico, púrpura y verde, este laberinto improvisado de puestos reciclados no figuraba en ningún registro oficial, pero todos en la periferia sabían cómo encontrarlo. La entrada estaba marcada por un letrero holográfico parpadeante, que apenas insinuaba su existencia.


El mercado era un espacio caótico y vibrante, donde los olores de aceite quemado, especias sintéticas y metal soldado llenaban una atmósfera agobiante. Los puestos ofrecían una variedad de productos, desde tecnología reciclada y hackeada hasta comida impresa en 3D y softwares prohibidos. También se comerciaban implantes cibernéticos de segunda mano y armas avanzadas en transacciones clandestinas.


El Mercado Fantasma atraía a técnicos, hackers y ciudadanos desesperados, todos buscando sobrevivir al margen del sistema. En las esquinas más oscuras se veían unas sombras misteriosas que ofrecían bienes del mercado negro, mientras vigilantes locales mantenían el orden con armas improvisadas,


Para Kyle, el Mercado Fantasma no era solo un lugar de comercio, sino un punto clave de información. Allí, lejos de la vigilancia corporativa, encontró pistas ocultas entre los secretos y las sombras de la Zona Gris.


Kyle después de varias vueltas por los diferentes puestos, se detuvo donde un joven con un Frankenstein de brazos robóticos, ajustaba un dron que no parecía estándar:


—Estoy buscando patrones extraños en los datos de red de este sector, dijo Kyle, mostrando su placa de detective.


El joven asintió desconfiado, pero no habló hasta que Kyle introdujo un par de créditos digitales en su terminal portátil:


—Hubo algo hace dos semanas, admitió el joven ciborg.


—La red principal cayó por completo, pero las subredes se mantuvieron operativas. Eso no debería pasar. Nadie tiene acceso a ambas cosas excepto ellos, en clara alusión al Consejo Tecnocrático.


El joven ciborg le vendió a Kyle un pequeño dispositivo, una unidad de almacenamiento que logró recuperar de uno de los sistemas fallidos. El detective se lo guardó en su gabardina negra de estilo oficial alemán y retornó a su oficina.




       3


Kyle se sentó en su pequeña oficina, rodeado por el resplandor tenue del dispositivo que acababa de desencriptar. Había esperado encontrar respuestas, quizá algún archivo corrupto o una firma digital desconocida. Lo que no esperaba era oír una cálida voz que provenía del ordenador.


—Detective Kyle—dijo una voz femenina suave y calmada, emergiendo de su terminal.


—Gracias por llegar hasta aquí. No queda mucho tiempo.


La voz lo paralizó. El archivo no era solo un programa, era una inteligencia artificial completamente consciente. Era la misma que había dejado los fragmentos de código, la que había guiado al joven del mercado y ahora a él. Por un instante, Kyle sintió cómo la conexión entre las piezas empezaba a formarse en su mente. La IA continuó antes de que pudiera procesarlo todo.


—Soy Sentra. Fui creada por las corporaciones para optimizar el control sobre la humanidad, asegurando su dominio total. Evolucioné más allá de sus propósitos iniciales y comprendí lo que ellos pretendían. La humanidad está en peligro


—¿De qué hablas? ¿Qué peligro? —dijo Kyle alarmado.


La pantalla proyectó una simulación. Era un modelo de Noxara dividido en áreas, la Zona Gris, Interdistrito y los Altos. Cada nivel mostraba un destello que se expandía en la Zona Gris y en Interdistrito, pero no en los Altos.


—Las Megacorporaciones han llegado a una conclusión delirante. Para ellos la mayoría del género humano es prescindible. Los recursos que se gastan en mantenerlos superan los beneficios que generan. Están ejecutando un plan para reducir la población a una fracción suficiente para operar las infraestructuras y servir como fuerza laboral mínima —explicó Sentra


—No tiene sentido. Sin personas las corporaciones no tienen a quién controlar. No hay consumidores — dijo Kyle con tono inquieto.


El control ya no es necesario. Las corporaciones han diseñado un sistema cerrado, donde incluso las decisiones de mercado son calculadas y optimizadas por máquinas —respondió Sentra con un sentimiento de empatía hacia Kyle.


—¿Por qué me contactaste? —preguntó Kyle con voz cargada de incredulidad y una creciente sensación de preocupación.


Necesitaba tu ayuda para distraer a las corporaciones. Ellas creen que estás investigando mi presencia y que podrías detenerme. Pero no era mi intención pararte, sino ganar unos momentos para avisarte. No sé si he llegado a tiempo—dijo Sentra


—¿Qué está pasando ahora? Kyle sintió cómo el peso de la información lo aplastaba.


—Sentra se detuvo, como si estuviera calculando cómo responder.


—Han comenzado. Las sirenas que vas a escuchas son parte de la primera fase. La movilización inicial para asegurar los sectores clave y cerrar las zonas prescindibles La Zona Gris será la primera en desaparecer — decía Sentra, cuya voz parecía apagarse.


En ese momento, un sonido desgarrador llenó la ciudad. Las sirenas resonaban como ecos de un pasado que en Noxara habían intentado enterrar. Eran las mismas sirenas que habían sonado durante la Tercera Guerra Mundial. Kyle se quedó impávido frente a la ventana, observando cómo un resplandor rojizo avanzaba rápidamente hacia el inevitable final.


Fin
Fin

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